Resulta interesante aquello de «ponerse en los
zapatos de los demás», para así poder comprender el por qué de muchas de las
cosas que a menudo criticamos y señalamos. Solemos hablar de más, acerca de ciertas
cosas porque solo vemos desde nuestro punto de vista, no salimos de esa «zona
de confort» que nos permite abrir la boca sin problemas. Este acto de vivir las cosas resulta
efectivo para muchas situaciones cotidianas de nuestras vidas, en los problemas
de cualquier índole, en las pasiones e incluso en los amores ya que vivimos en
carne propia la situación; se podría decir que de ésta manera se comparten
ciertos sentimientos. Alegría, tristeza, furia, etc.
Cuando algún desconocido muere, por ejemplo, si
nos ponemos en la situación que viven los familiares del fallecido, podemos
compartir el dolor de los antes mencionados, quizá no con el mismo dolor ni magnitud,
pero nos pondrá en una situación de condolencia. De igual manera, si nos pusiéramos en la situación de los demás en todo momento, seríamos más tolerantes y habría menos problemas interpersonales en la sociedad, pero cabe resaltar que para esto, hay que considerar la tolerancia más allá de «soportar», llegando a entender. Para usar otro ejemplo, el
fútbol; siempre presente en la cabeza del autor… Si dejamos de lado los colores
o los patriotismos, podemos compartir y sentir lo que sienten nuestros rivales.
Ya sea alegría (que resulta complicado ya que somos egoístas al ser hinchas) al
celebrar o felicitar al rival por un logro de su equipo, o una tristeza o enojo
refiriéndonos a una derrota, dando un sentido pésame al respecto.
Pero aquí me atrevo a pensar que el acto de compartir
un sentimiento, a pesar de que haya diferencias, es un acto de madurez, ya que
no cualquiera lo realiza. Es de admirar aquel que felicita a un hincha de otro
equipo por una victoria, pues el orgullo o quizá la envidia lo impide. No
resulta difícil encontrar gente que busque excusas o formas de criticar al
rival y sus logros, mientras que resulta casi imposible conseguir individuos
que sean capaces de reconocer de buena manera a sus contrarios; y es que puede
que esta sea una de las razones por las que aún persiste la violencia en este
bello deporte. Generalizando, no soportamos ver a otros ganar, ser felices.
Claro, aquí entran muchas justificaciones que incluso los medios de
comunicación se encargan de resaltar, pero, en cualquier caso, somos nosotros
quienes decidimos qué tipo de hinchas somos y si somos capaces de ponernos en
los zapatos de los demás, ya sea en el fútbol o en nuestra vida diaria.
Autor | Sammir Mendoza
Autor | Sammir Mendoza